El caso Bramard. Davide Longo.
El caso Bramard (Il caso Bramard)
Davide Longo, 2014
N.º de Páginas: 336
Traducción de Lara Cortés Fernández
Sinopsis Oficial
Corso Bramard era el inspector de policía más prometedor de Italia, hasta que un asesino en serie al que seguía la pista secuestró y mató a su esposa y a su hija. Han pasado veinte años desde entonces, Corso vive en una vieja casa en las colinas cercanas a Turín, da clases en un instituto y pasa la mayor parte del tiempo escalando solo. Sin embargo, algo permanece intacto en él: la obsesión, cultivada con tranquila firmeza, por encontrar a su enemigo. Un asesino que sigue enviándole los versos de una canción de Leonard Cohen. Diecisiete cartas en veinte años, mecanografiadas con un Olivetti del 72. ¿Una invitación? ¿Un reto? Ahora, ese oponente que nunca ha cometido errores parece haberse topado con una distracción. Una pista fundamental. Suficiente para que Corso Bramard reanude la caza, iluminando una escena poblada de personajes ambiguos y poderosos, un laberinto de silencios que conducen a Corso hacia su destino.
Resumen Detallado
Los capítulos del libro alternan las andanzas de los dos principales protagonistas, el propio Corso, y Jean Claude Monticelli. Respetaré esta alternancia en el resumen.
Una pequeña introducción nos describe, lo que parece la escena de un crimen. Pequeños cortes en la espalda y cabellos negros esparcidos alrededor.
La descripción de la vida actual de Corso ocupa los siguientes capítulos. Escalada, estado depresivo y visitas al restaurante de Cesare, que parece su único “amigo”.
Monticelli está cazando jabalíes y mata uno y también a dos perros, pagando a sus dueños por ello.
Corso llega a casa y ve que tiene correo, prepara bolsas de plástico donde mete el sobre con cuidado, después de haberlo leído. Recibe la visita de su tío con Elio, un hombre mayor que quiere su ayuda para poder casarse con la rumana del bar, Elena, una inmigrante, a la que pretende arreglarle la vida si accede.
Corso va a comisaría a llevar al comisario Arcadipane, su antiguo subordinado, el sobre que ha recibido. Descubrimos que en los últimos 20 años, hace el número trece, que siempre se han enviado desde un país diferente, que como todos, contiene un verso de una canción de Cohen y que, como siempre, la dirección se ha escrito a máquina con una Olivetti del 72, y los versos a mano con la misma Montblanc. Lo van a pasar a la policía científica.
Corso va a casa de Elena a trasladarle la propuesta de Elio. Ella le pide un mes para contestar. Corso está enamorado de Elena.
Monticelli regresa a su hotel después de la cacería. Paga a la prostituta de la noche anterior que aún estaba allí y recibe una llamada, después de la cena.
Corso está en el instituto donde trabaja, hablando con Mónica de cosas de alumnos. Recibe una llamada que le indica que en el sobre había un pelo, cosa que nunca antes había sucedido. Posteriormente en su casa, descubrimos la causa de su renuncia a la policía y, tras un periodo de alcoholismo, su actual situación: el caso Otoñal, varios asesinatos, el último de ellos de Michelle, la mujer de Corso y la desaparición de su hija Martina. Corso busca el expediente en su sótano que incluye entre otras muchas cosas, las fotocopias de las cartas que indicaban el lugar dónde encontrar a las víctimas, todas escritas con una Olivetti del 72.
Monticelli entra en una tienda de coches de lujo, busca a Adrián. No está y se va.
Corso en el bar. Arcipane le llama y le indican que tiene los resultados de ADN. El pelo no fue arrancado sino cortado. Pertenece a la primera víctima de Otoñal, que fue la única que apareció con vida, Clara Pontremoli, o a un familiar directo de ésta. Al no tener familia conocida, desprenden que el pelo es de ella, aunque no saben cuándo fue cortado. Clara fue interrogada dos veces en la investigación, pero sin resultados ya que se encontraba en un estado lamentable. Desde entonces, y al no tener familia está internada en la misma residencia de monjas.
Corso va a visitarla. En la habitación hay otra interna que anota todo lo que ve por la ventana, unos bonsáis y Clara inmóvil. En 1981, fue secuestrada y una carta anónima informó de su paradero, estaba en una cabaña en el bosque, desnuda, atada con una cadena al tobillo, con cinco dedos de los pies amputados y con cortes en la espalda que había sido suturados, presumiblemente, por el propio captor.
El patrón fue el mismo para las cinco mujeres que vinieron después: de entre 25 y 32 años, altas, delgadas, con poco pecho y larga melena negra. El mismo modus operandi: secuestro sin petición de rescate, localización gracias a una carta anónima que llegaba semanas más tarde, cortes en la espalda, dedos seccionados, pelo cortado y salvo Clara, degolladas y con la sangre recogida en un barreño de plástico blanco. La última fue Michelle.
Las preguntas que hizo Corso a Clara, no tuvieron respuesta, solo una reacción de ella que empezó a golpearse contra la pared, provocando un enorme revuelo. Por una monja, descubre que Clara recibe visitas de un compañero de la universidad, cada 24 de diciembre, que tiene que firmar en el registro de visitas, y la descripción corresponde a un hombre canoso de unos cincuenta años.
Monticelli, tras recibir una nota, va a unos viejos altos hornos a reunirse con Adrián, tras darle éste un archivador con fotos y datos de ocho chicas delgadas y rubias, que pueden estar en Suiza la semana que viene. En vez de pagarle, lo mata.
Corso recibe la visita de su tío inquiriéndole sobre la contestación de la rumana. Corso recuerda cuando era niño y su tío le informó de la muerte de su padre en un accidente de caza, su funeral, y como su tío se convirtió en su padre. Le informa y le pide una pistola. Recibe una llamada de Arcadipane que le informa que las firmas de los registros de visita de la residencia coinciden con la caligrafía de las cartas, pero el nombre es falso.
Entre recuerdos sobre el caso y una escalada casi suicida, una conversación con el agente forestal le da una idea. Corso recuerda a la mujer que en la residencia apuntaba todo lo que veía por la ventana, incluida las matrículas de los coches.
Monticelli está ya en su casa, Locarno (Suiza), y departe con una chica joven, Clementine, sobre la cacería, su trabajo como becaria...
Corso conoce a Isa, la agente que le asignan para ayudarle, lista pero insolente, y que ha conseguido que en la residencia de monjas, le dejasen traerse los cuadernos de la mujer que lo apunta todo. La matrícula que coincide con los días de visita del compañero de Clara, pertenece a un coche de Amadeo Luda, un hombre mayor, coleccionista de arte japonés, que cada 24 de diciembre va a una tienda cerca de la residencia. Corso e Isa le visitan, con la excusa de unos robos y Luda corrobora este extremo.
Se profundiza un poco en la vida de Isa, hija de policía hallado muerto y experta en temas informáticos y en recabar información. En casa de Luda, han hecho una foto a una imagen que estaba en la chimenea, en la que aparecían diez personas, entre ellas Clara Pontremoli y probablemente, sus padres. Corso le pide que investigue quiénes son los demás.
Monticelli aparece en la consulta de un médico que le proporciona unos informes falsos sobre un presunto carcinoma que tiene alguien. El médico reconoce que hace veinte años dio un falso testimonio a cambio de dinero y a solicitud de Monticelli. Le paga el informe.
Isa ha identificado a algunas personas de la foto. Clara, sus padres y su hermano, Luda y su mujer y otra pareja y niños que no ha logrado identificar.
Corso e Isa van a visitar a una madame, amiga de él, y que identifica a la pareja que faltaba de la fotografía. Son los Tabasso, los dueños de la tienda a que Luda va el día de nochebuena. Ella le indica que Luda es homosexual y les habla de las “belles ronfleuses”, chicas muy jóvenes, que en los años setenta, eran visitadas mientras dormían, por ancianos ricos que se limitaban a tocarlas, olerlas o a dormir con ellas, y que se iban antes de que despertaran. En teoría no había sexo, pero, al parecer una menor, quedó embarazada, aunque el caso no llegó a más, y simplemente la casa cerró. Los hombres de la foto, eran los dueños de la casa y quienes la gestionaban, aunque en esa época ya eran ricos, por lo que no se trataría de tenerla por una cuestión de dinero.
En una reunión con un notario, parece que Monticelli firma una renuncia o venta de sus negocios, sin confirmarse qué o a quién lo ha hecho.
Isa va a la tienda de los Tabasso, habla con el hijo que lleva ahora el negocio, pero de la conversación no sacan nada en claro. Corso pide a Arcadipane que corra la voz de que alguien está interesado en el asunto de las “belles ronfleuses”.
En el instituto de Corso aparece una pintada: “BRAMARD ASESINO, ¿NO BASTABA CON DOS?, que hace que él tema por la vida de Elena. Llama a su tío y le dice que la vigile. Habla con Isa y le pregunta si en el expediente de Corso, que ella le había dicho que había leído, aparecía algo sobre una mujer. Ella lo niega, y él le pide que vigile a Luda.
Corso recoge a Elena y salen para algún lugar y él le confirma que es para protegerla. En algún momento ella le pregunta si Adrián tiene algo que ver con esta historia, y aunque no se especifica, puede parecer que Adrián es el marido que había abandonado a Elena. Un coche les está siguiendo. Es un detective privado que al que Corso reduce, y deja abandonado sin llaves ni móvil, aunque no le saca información sobre para quién trabaja.
Corso comenta a Arcadipane lo del detective, solicitando le investigue, y preguntándole sobre a quién ha hablado del tema de las “belles ronfleuses”. Le indica que a nadie.
En una excursión del colegio, Corso descubre unas flores a pie de un árbol que en su simetría se asemejaban a las cicatrices que Otoñal dejaba en la espada de sus víctimas.
El detective informa a su cliente del episodio que tuvo con Corso y de la pintada aparecida.
Corso informa a Isa y Arcadipane del descubrimiento de las flores. Son camelias japonesas, y son la misma planta que la de los bonsáis que Clara Pontremoli, recibía los últimos años, y corroboran el parecido con las cicatrices. Las camelias también aparecen en fotos de la casa de Pontremoli y Luda. Concluyen que ninguno es Otoñal, pero le instruyeron, estaban al tanto de sus crímenes y le protegieron.
Isa y Corso vuelven a casa de Luda, pero se ha ido de viaje, y parece que por un largo tiempo. Buscan las imágenes de las cámaras de seguridad del barrio. Corso piensa que es Luda quien cada 24 de diciembre cuando va a la tienda de antigüedades, lleva a Otoñal a ver a Clara Pontremoli.
Monticelli se reúne con un viejo senador al que parece chantajear entregándole un dossier sobre el tema de las belles ronfleuses, a cambio de que a un amigo común no le suceda nada malo.
Al examinar las cámaras de seguridad, Isa y Corso concluyen que un Audi con matrícula suiza llega a casa de Luda antes de salir para ir a la tienda de antigüedades. Lo localizan.
Elena y Cesare tienen una conversación sobre Corso.
Monticelli, está en su casa, cuidando bonsáis y escuchando a Leonard Cohen; de pronto empieza a hablarle a alguien, divagando sobre la belleza. Es Corso que le apunta con un arma. Monticelli inicia una videollamada con Clementine, en la que le indica que le ha enviado una carta y un billete de avión porque necesita que esté allí en unos días. Le anticipa, mirando a Corso, que en ella le habla de un amigo. Clementine llama papá a Monticelli. Se despiden y Monticelli dice a Corso que lo tiene todo preparado para morir, y que Clementine/Martina herede todo su patrimonio, que ha dejado informes médicos que indican su enfermedad y explican su suicidio, que con un encendedor puede prender una mecha que tiene preparada para que toda la casa explote y le dará tiempo a él a irse sin dar ninguna explicación a nadie, y así Martina nunca sabrá quién era el hombre que la ha criado. Le hace ver que se ha dejado atrapar y le agradece todos los años de “belleza”, que su vida haya sido maravillosa. Le informa de la muerte del marido de Elena, y se suicida disparándose a la sien.
Corso llama a Arcadipane y a su pregunta sobre si había hecho lo que no debía hacer, Corso responde que no. Arcadipane le pide que llame a la policía suiza.
En el instituto, Corso y Mónica charlan. Parece que le ha contado todo y ella se ofrece a acompañarle al aeropuerto, si al final decide ir.
Corso está cenando en un restaurante de la carretera que conduce a su casa. Recuerda que la cocinera es la primera mujer con la que hizo el amor, treinta años antes. Al salir, se acerca al teléfono de monedas y llama a Elena.
Resumen
Veinte años después de dejar la policía, por la muerte de su esposa y la desaparición de su hija, a manos de un asesino en serie que no pudo atrapar, Corso Bramard, que ahora trabaja como profesor de instituto a tiempo parcial y dedicando su ocio a la escalada, y enamorado de elena, una camarera inmigrante, recibe un sobre del asesino con una pista, un pelo.
Ha estado recibiendo esos sobres, concretamente trece, durante todo ese tiempo, pero nunca se ha podido desprender nada de los envíos: procedían de países diferentes, contenían un folio con un verso de una canción de Leonard Cohen escrito a mano, siempre con la misma pluma Montblanc, y la dirección, escrita a máquina, una Olivetti del 72, que era la misma que se utilizó en los envíos del asesino informando del lugar donde se encontraban sus víctimas.
El pelo procede de la primera víctima de Otoñal, el asesino, y que fue la única a la que dejó con vida. A través de esta pista, y con la ayuda de Arcadipane, anteriormente subordinado de Corso y actual comisario, y de Isa, agente que le asigna, lista e insolente, Corso descubre a varios implicados en un caso cerrado, las “belles ronfleuses”, una casa donde ancianos ricos y poderosos, dormían con niñas, y a las que en principio únicamente olían y acariciaban.
Estos implicados le llevan hasta el asesino, Monticelli, un cincuentón rico, que a lo largo del libro, se muestra preparando un plan para dejarse atrapar.
Corso llega hasta Monticelli, que le confiesa antes de suicidarse, que ha criado a su hija Marina y que lo ha preparado todo para que ella sea su única heredera, y le da la opción de poder dejarlo todo oculto, sin que Marina, actualmente Clementine, sepa nunca quién fue realmente la persona que la crio. Corso actúa correctamente y llama a la policía.
Opinión personal
El libro es el primero de una trilogía, y se nota. Aunque el caso se resuelve, quedan cabos sueltos que sirvan de nexo con los siguientes.
El estilo del autor es pausado, preciso, quizás falto de ritmo para este tipo de novelas, pero se lee bien, gusta, te deja con ganas de leer los siguientes.
En suma, buen descubrimiento de otra forma de escribir novela negra, que aunque lejos de la tensión que se puede esperar de este tipo de novelas, permite apreciar la calma con la que se pueden describir las situaciones que otros autores, apuran con dramatismo.
Puntuación: 7/10
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